
Vacunación COVID-19: el experimento Tuskegee replicado a nivel mundial.
LA NIEVA POLÍTICA/ Trinidad Cachua

Advierten diferentes especialistas médicos que los síntomas de una simple gripa y los de COVID-19 son similares, por lo que para saber si están padeciendo del famosos virus y no de una simple gripe, debe de hacerse la prueba de antígeno (PCR), la cual va enfocada en identificar una proteína conocida como “spike”, la cual se esta “inyectando” en todas las diferentes vacunas que se están poniendo mundialmente, así que por consecuencia esa proteína que forma parte de la vacuna es suministrada a todos los vacunados, los cuales al hacerse la prueba PCR, por supuesto que darán positivo de que tienen esa proteína y por tanto están enfermos de COVID-19, hoy mediante su variante Ómicron.
Canija paradoja, hacer pruebas PCR para ver si se tiene una proteína que es metida a todas las personas mediante la vacunación, sin duda enorme “negocio” para la industria farmacéutica.
Ahora, si la famosa proteína “spike” es inyectada a los vacunados, entonces, ¿Quiénes son las personas que están generando el contagio de esa proteína?, si, efectivamente, hasta un niño de 3 años sabe la respuesta.
El pasado 6 de enero del actual año Tedros Adhanom Ghebreyesus, el empleado de Bill Gates, que es director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo en rueda de prensa lo siguiente:
La variante Ómicron del virus SARS-CoV-2 está hospitalizando y matando personas, y ocasionando un tsunami de casos, alerto que los sistemas sanitarios de todo el mundo se están viendo comprometidos a causa de esta nueva variante puesto que si bien, parece ser menos grave que Delta, especialmente para las personas que ya están vacunadas, esto no significa que deba clasificarse como “leve”.
Al igual que las variantes anteriores, Omicron está hospitalizando y matando gente. De hecho, el tsunami de casos es tan grande y rápido, que está desbordando los sistemas sanitarios de todo el mundo, señalo.
Los hospitales están saturados y faltos de personal, lo que se traduce además en muertes evitables no sólo por COVID-19 sino “por otras enfermedades y lesiones” en las que los pacientes no pueden recibir la atención oportuna.
Preciso que las vacunas de primera generación “no detienen todas las infecciones y transmisiones” pero aún son muy eficaces para reducir las hospitalizaciones y las muertes por este virus, concluyo diciendo el empleado de Bill Gates.
Diferentes centros internacionales que vienen realizando un análisis desde el inicio de la pandemia en el año 2020, comienzan a establecer que dentro de dos meses (marzo 2022), el impacto de contagios por OMICRON desbordara todos los sistemas de salud nuevamente prediciendo escenarios más difíciles que los de hace 2 años.
Habrá que ver en poco tiempo si esos planteamientos resultan ciertos, pero algo si es una realidad, hoy en día mucha mas gente en todo el mundo es portadora de la proteína “spike”, gracias a las campañas de vacunación, así que los contagios seguirán en consecuencia aumentando cada vez más.
El experimento Tuskegee fue un estudio clínico llevado a cabo entre 1932 y 1972 en la ciudad estadounidense de Tuskegee (Alabama), por el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos.
Entonces, seiscientos “indigentes afroestadounidenses secuestrados”, en su “mayoría analfabetos”, fueron estudiados para observar la progresión natural de la sífilis si no era tratada y si se podía llegar hasta la muerte.
El imperio farmacéutico lleva un año impulsando nuevamente experimentos con vacunas, mediante las campañas mundiales de vacunación contra el COVID-19, a lo que miles de personas de forma libre y voluntaria han accedido recibiendo su respectivo pinchazo y la introducción en su cuerpo de la “alarmante” proteína “spíke”.