Grandes experiencias que dejan huella.
TAREA CIUDADANA/ Servando Miranda
Pasar por la vida sin dejar huella debe ser demasiado lastimoso.
En mi andar de muchos años he venido participando en eventos de vida que sin duda me han marcado y me permiten dejar huella que con satisfacción puedo decir, que mis hijos la vienen siguiendo.
Entre mis más grandes satisfacciones está el haber transitado en la hermosa misión formadora de conciencias positivas a través de la educación.
Llegar a la comunidad más alejada de la Montaña de Guerrero con solo una lata de sardina y tres bolillos pero lleno de motivos para servir a niños que más tarde habrían de ser jóvenes y hombres de provecho para la sociedad.
Llegar a luchar contra los fanatismos, aprender a coincidir, a ser tolerante, a dar todo sin esperar nada a cambio. Enseñar a leer y a escribir, a hacer cuentas, a jugar y hacerlos encontrar un mundo para ellos totalmente desconocido.
Ser profesor, catequista, partero entre otras tareas que día a día se habrían de atender. Si, ahí, encontré el cómo convivir con criterios e ideales diferentes, aprender que a pesar de las diferencias es posible encontrar coincidencias para vivir en un Bienestar Social.
Bendita vida que nos permite trascender y servir a quienes nos necesiten.
Hoy que nos encontramos nuevamente ante un conflicto en el que a la paz y a la seguridad mundial le acechan graves peligros, hoy cuando los intereses particulares de las naciones poderosas están a punto del desencuentro, reviste particular importancia acudir a los valores más elementales: el amor, la bondad, la tolerancia, la lealtad humana para desalentar ese espíritu de posesión, de sojuzgamiento en contra de países más débiles.
Desde esta columna hago votos por que este conflicto bélico llegue pronto a un buen término.