Dictamen sobre El Insomnio del Jardín de Los Fundadores.
LOTERÍA/ Arturo Hernández
Hematomas de ruidos
sofocan la lucidez del abecedario
en el sollozo de un eco híbrido.
Serpientes cetrinas ebrias de brisa
vocalizan frente al espejo cíclope
acosadas por el orfeón de cadáveres.
El rumoroso espejismo estrangula zumbidos
que navegan en la garganta de efímeros soles
y arrugan el tímpano de la melancolía.
Lenguas horadas de polvo esconden un latido
en los muslos de los ficus
agobiados por la trizada armonía de un suspiro.
Las cenizas de las sombras
pintan color sanguijuela el cuello de la luna
y visten sus oídos con retacería de aullidos lobunos.
La periferia del insomnio arrulla sudores tibios
en la suave réplica del indemne delirio
y el ventoso transitar de la sangre.
Canto fracturado en vibraciones
en el balbuciente ensayo del destierro
y en la simetría que deshila el destino.